POR NESTOR DE
JESUS LAURENS
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El más culto de los historiadores conocido como Tito Livio de origen Román después de Taxito, nos había enseñado que la historia es el historiador, que a través del hombre con su narrativa y la investigación profunda de los hechos pasados se escribe la historia.
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El más culto de los historiadores conocido como Tito Livio de origen Román después de Taxito, nos había enseñado que la historia es el historiador, que a través del hombre con su narrativa y la investigación profunda de los hechos pasados se escribe la historia.
El pasado
día 26 de febrero del 1913, Barahona entra en el circulo privilegiado de formar
parte de la historia cuando el Presidente Monseñor Nouel trasladó la sede
presidencial hasta esta ciudad, por causa de salud, mediante el decreto 52-03
de fecha 26 de febrero 1913, donde promulgó varias leyes tales como la 52-04,
5206 y 5207 en reformatoria de la primera de los artículos 480 y 504 del Código
Civil donde se declaraba la utilidad pública a la construcción de camino
carretero que unió la ciudad de la Capital de la República con la floreciente
ciudad de San Pedro de Macorís y con la última creaba el Museo
Nacional.
Ninguna institución que tenga que ver con lo que es la conmemoración de esta fecha histórica hizo siquiera alusión al cumplirse los primeros 100 años de este acontecimiento histórico que enalteció la ciudad de Barahona con la sede presidencial.
En lo que hoy conocemos como Ateneo Municipal de Barahona frente al Parque Central que 27 años después donó el ilustre ciudadano de origen español, Luis E. Del Monte funcionó la sede presidencial en esta ciudad.
Sin ánimo de pretender ser historiador, pero si con el deseo de que aunque de manera tardía recordamos esta fecha, luego de examinar varias páginas del escritor José A. Robert nos dimos cuenta que lo que fue nuestra sede presidencial pasó desapercibida.
El que tenga oídos para oír que oiga y que hable el que investiga, que es el que tiene derecho a la palabra.
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