DON DONATO VASQUEZ MATOS, un hombre honrado, pacífico, prudente, caritativo, instruido y justo, acaba de morir, mi corazón sensible no deja de afligirse, cuando la inexorable muerte corta el hilo de la existencia, de nuestro padre y amigo.
Sea por un egoísmo injustificable, nacido de la falta que su separación nos causa, o ya sea por un exceso de amor, siempre quisiéramos prolongar un día más el momento de su partida, siempre lloraremos amargamente su ausencia.
De aquí nace el fúnebre aparato que nos circunda la tristeza que anula nuestro rostro.
Con estas breves palabras, quiero rendir tributo a la memoria de Don Donato, de mi querido Pipigüita, como cariñosamente nos llamábamos, todo porque jugando dominó, él sentía que yo era algo flojo ante sus grandes y mágicas jugadas.
Don Donato poseyó todas las virtudes que hacen imperecedera, la memoria de un hombre sobre la tierra, Dios le permitió el consuelo de ser atendido por sus seres queridos, de recibir el beso en la frente de su amada esposa, mi madre Doña Soledad, sus palpados vacilantes antes de cerrarse vieron la compañía de sus hijos.
En este viaje eterno, pido a Dios tenga piedad de ti, y que tu lámpara este siempre llena de aceite para alumbrar el camino. La muerte del justo es el principio de su felicidad, el camino seguro que le ha de conducir al cielo; el lazo de unión entre la criatura y su Creador.
Que descanse en paz querido PADRE
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