El gobierno está decidido a construir la carretera Santiago-San Juan de la Maguana, a petición de sectores económicos y sociales de las regiones Norte y Sur. Parece un acto irreversible, que sin embargo requiere un mínimo de reflexión y consideración, después de diferentes señalamientos de ambientalistas, geógrafos y de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, que advierten sobre el impacto que dicha obra tendría sobre áreas protegidas y recursos hídricos y forestales.Los señalamientos más específicos están relacionados a los movimientos de tierra sobre las cuencas hidrográficas, y sucesivamente, sobre los ríos e infraestructuras como los embalses, particularmente sobre la presa de Sabaneta, ubicada en la cercanía del trazado estimado de la obra.
Y las advertencias sobre los procesos de asentamientos humanos que desataría.
La Academia de Ciencias observa amenazas sobre la calidad y cantidad de agua que surte a los acueductos de los municipios del valle de San Juan y en los sistemas de irrigación agrícola.
Si avalamos ese señalamiento, habría que sugerir que la Academia se queda corta, porque el río San Juan, que es el principal apostador de Sabaneta, termina su ruta, con todos sus afluentes, en el cauce del río Yaque del Sur, que suple de agua potable y riesgo a las provincias Bahoruco, Barahona e Independencia, y toda la zona bajo riego en Azua.
Como debe suponerse, un proyecto de esta dimensión indefectiblemente afectaría de algún modo la cordillera Central. Eso no resiste ningún análisis.
La Academia de Ciencias se ofrece a formar parte de un equipo multidisciplinario con los técnicos de las instituciones oficiales y los asesores económicos y ambientales del Presidente de la República para evaluar y analizar los alcances de la obra, antes de que se tome una decisión final. Generalmente, los gobiernos son renuentes a tales propuestas, pero ante las advertencias, no estaría de más considerarlo.
Tampoco debe desvirtuarse que siempre ha habido una aspiración desarrollista en pro de la construcción de esa vía. Habría que considerar cuánto contribuiría al progreso inter-regional. Si es equiparable al impacto catastrófico que se denuncia.
Y las advertencias sobre los procesos de asentamientos humanos que desataría.
La Academia de Ciencias observa amenazas sobre la calidad y cantidad de agua que surte a los acueductos de los municipios del valle de San Juan y en los sistemas de irrigación agrícola.
Si avalamos ese señalamiento, habría que sugerir que la Academia se queda corta, porque el río San Juan, que es el principal apostador de Sabaneta, termina su ruta, con todos sus afluentes, en el cauce del río Yaque del Sur, que suple de agua potable y riesgo a las provincias Bahoruco, Barahona e Independencia, y toda la zona bajo riego en Azua.
Como debe suponerse, un proyecto de esta dimensión indefectiblemente afectaría de algún modo la cordillera Central. Eso no resiste ningún análisis.
La Academia de Ciencias se ofrece a formar parte de un equipo multidisciplinario con los técnicos de las instituciones oficiales y los asesores económicos y ambientales del Presidente de la República para evaluar y analizar los alcances de la obra, antes de que se tome una decisión final. Generalmente, los gobiernos son renuentes a tales propuestas, pero ante las advertencias, no estaría de más considerarlo.
Tampoco debe desvirtuarse que siempre ha habido una aspiración desarrollista en pro de la construcción de esa vía. Habría que considerar cuánto contribuiría al progreso inter-regional. Si es equiparable al impacto catastrófico que se denuncia.
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