Por: ROBERTO GARCÍA HERNÁNDEZ
LA HABANA, 4 enero, 2016 (PL).- El fantasma de las actividades de espionaje doméstico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense vuelve hoy al escenario político de ese país, tras conocerse acciones recientes de esa entidad federal.
Esta vez se trata de supuestas misiones de escucha y vigilancia de la NSA contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y otras personalidades, incluyendo a varios miembros del Congreso estadounidense respecto al acuerdo nuclear con Irán.
A escasos 11 meses de las elecciones generales de noviembre próximo, donde estarán en juego la jefatura de la Casa Blanca y el control de ambas cámaras del Congreso, el presidente Barack Obama y sus correligionarios tienen en este tema un motivo más de preocupación.
Al parecer, los principales líderes republicanos pretenden provocar un escándalo similar al desatado en 2013 tras las denuncias del excontratista de la NSA Edward Snowden, quien informó a la opinión pública sobre actividades ilegales de esa agencia en Estados Unidos y en más de una treintena de países.
Líderes del partido rojo en la Cámara de Representantes solicitaron a la NSA que proporcionara las indicaciones emitidas a sus empleados sobre el monitoreo de las comunicaciones a miembros del Capitolio.
El representante Jason Chaffetz y sus correligionarios Ron DeSantis, Mark Meadows y Cynthia M. Lummis enviaron la semana pasada una carta al director de la NSA, el almirante Michael Rogers, a quien solicitaron rendir cuentas sobre este asunto.
Además, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Devin Nunes, dijo que el panel que él encabeza trata de investigar si son ciertas las alegaciones de que la NSA recolectó datos de las comunicaciones entre representantes del Gobierno israelí y congresistas estadounidenses.
Un artículo reciente del diario The Wall Street Journal señaló que funcionarios de la Casa Blanca se preocuparon inicialmente cuando supieron lo que sucedía, pero después decidieron dejar que la NSA decidiera lo que querían compartir con la Administración.
Quienes defienden la privacidad de los ciudadanos e intentan reducir los poderes de la NSA obtuvieron este año una victoria al lograr una legislación considerada por el diario The Hill el golpe más importante en muchos años a los poderes de esa entidad gubernamental para vigilar a los estadounidenses.
Bajo un nuevo programa que entró en efecto a finales de noviembre pasado, la NSA tendrá que acudir a las compañías de telecomunicaciones para solicitar los registros de datos de cualquier sospechoso, en lugar de obtenerlos de forma indiscriminada de millones de norteamericanos.
A este debate se sumó el precandidato republicano a las presidenciales de 2016 Mike Huckabee, quien señaló que el asunto más importante es si Obama conocía que la NSA monitoreaba las conversaciones de los legisladores mientras vigila las comunicaciones de Israel.
Varios aspirantes a la Casa Blanca por el partido rojo rechazaron la denuncia sobre monitoreos de la NSA, entre ellos Ben Carson, quien lo calificó de una verdadera desgracia, mientras el senador Rand Paul dijo que eran un ejemplo de excesiva vigilancia por parte del Gobierno.
El también miembro de la Cámara alta Marco Rubio mostró su preocupación por las alegaciones de actividades de dicha agencia contra su aliado israelí.
De todas formas, el atentado terrorista en París en noviembre y la masacre en San Bernardino, California, en diciembre pasado, alentaron a quienes en el Congreso y la propia Administración abogan por conceder mayores prerrogativas a las agencias de espionaje, en particular a la NSA.
En el actual ambiente electoral que se vive en Estados Unidos, esta es una dinámica compleja entre quienes toman como pretexto la defensa de la seguridad nacional para alentar estas misiones de espionaje doméstico y aquellos que las denuncian como violaciones de los derechos ciudadanos. Pero incluso para algunos congresistas estas actividades de vigilancia ya son algo normal.
Al respecto, el representante demócrata Eliot Engel, principal figura de su partido en el Comité de Relaciones Exteriores de la cámara baja señaló la semana pasada: "Asumo que alguien escucha y monitorea todo lo que digo, por eso tengo cuidado de decir lo mismo en público y en privado".
LA HABANA, 4 enero, 2016 (PL).- El fantasma de las actividades de espionaje doméstico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense vuelve hoy al escenario político de ese país, tras conocerse acciones recientes de esa entidad federal.
Esta vez se trata de supuestas misiones de escucha y vigilancia de la NSA contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y otras personalidades, incluyendo a varios miembros del Congreso estadounidense respecto al acuerdo nuclear con Irán.
A escasos 11 meses de las elecciones generales de noviembre próximo, donde estarán en juego la jefatura de la Casa Blanca y el control de ambas cámaras del Congreso, el presidente Barack Obama y sus correligionarios tienen en este tema un motivo más de preocupación.
Al parecer, los principales líderes republicanos pretenden provocar un escándalo similar al desatado en 2013 tras las denuncias del excontratista de la NSA Edward Snowden, quien informó a la opinión pública sobre actividades ilegales de esa agencia en Estados Unidos y en más de una treintena de países.
Líderes del partido rojo en la Cámara de Representantes solicitaron a la NSA que proporcionara las indicaciones emitidas a sus empleados sobre el monitoreo de las comunicaciones a miembros del Capitolio.
El representante Jason Chaffetz y sus correligionarios Ron DeSantis, Mark Meadows y Cynthia M. Lummis enviaron la semana pasada una carta al director de la NSA, el almirante Michael Rogers, a quien solicitaron rendir cuentas sobre este asunto.
Además, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Devin Nunes, dijo que el panel que él encabeza trata de investigar si son ciertas las alegaciones de que la NSA recolectó datos de las comunicaciones entre representantes del Gobierno israelí y congresistas estadounidenses.
Un artículo reciente del diario The Wall Street Journal señaló que funcionarios de la Casa Blanca se preocuparon inicialmente cuando supieron lo que sucedía, pero después decidieron dejar que la NSA decidiera lo que querían compartir con la Administración.
Quienes defienden la privacidad de los ciudadanos e intentan reducir los poderes de la NSA obtuvieron este año una victoria al lograr una legislación considerada por el diario The Hill el golpe más importante en muchos años a los poderes de esa entidad gubernamental para vigilar a los estadounidenses.
Bajo un nuevo programa que entró en efecto a finales de noviembre pasado, la NSA tendrá que acudir a las compañías de telecomunicaciones para solicitar los registros de datos de cualquier sospechoso, en lugar de obtenerlos de forma indiscriminada de millones de norteamericanos.
A este debate se sumó el precandidato republicano a las presidenciales de 2016 Mike Huckabee, quien señaló que el asunto más importante es si Obama conocía que la NSA monitoreaba las conversaciones de los legisladores mientras vigila las comunicaciones de Israel.
Varios aspirantes a la Casa Blanca por el partido rojo rechazaron la denuncia sobre monitoreos de la NSA, entre ellos Ben Carson, quien lo calificó de una verdadera desgracia, mientras el senador Rand Paul dijo que eran un ejemplo de excesiva vigilancia por parte del Gobierno.
El también miembro de la Cámara alta Marco Rubio mostró su preocupación por las alegaciones de actividades de dicha agencia contra su aliado israelí.
De todas formas, el atentado terrorista en París en noviembre y la masacre en San Bernardino, California, en diciembre pasado, alentaron a quienes en el Congreso y la propia Administración abogan por conceder mayores prerrogativas a las agencias de espionaje, en particular a la NSA.
En el actual ambiente electoral que se vive en Estados Unidos, esta es una dinámica compleja entre quienes toman como pretexto la defensa de la seguridad nacional para alentar estas misiones de espionaje doméstico y aquellos que las denuncian como violaciones de los derechos ciudadanos. Pero incluso para algunos congresistas estas actividades de vigilancia ya son algo normal.
Al respecto, el representante demócrata Eliot Engel, principal figura de su partido en el Comité de Relaciones Exteriores de la cámara baja señaló la semana pasada: "Asumo que alguien escucha y monitorea todo lo que digo, por eso tengo cuidado de decir lo mismo en público y en privado".
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