Manuel Figueroa
A medida que el presidente Luis Abinader avanza en el gobierno del cambio que prometió al país, el partido que lo llevó al poder envía notaciones de que repetirá los mismos errores cometidos por sus antecesores políticos desde el manejo del Estado.
La primera falencia que se advierte en el aventajado benjamín de los partidos dominicanos, el Revolucionario Moderno (PRM), se engendra en su estructura política, o sea, dirección ejecutiva, comisión política, comité nacional y presidentes provinciales y municipales.
Todos los miembros de ese alto mando están siendo absorbidos por la burocracia estatal, dejándoles escasos espacios para los trabajos partidarios, una práctica que al final forma un abismo de desconexión con la base política y las “masas silentes”.
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