POR FREDY
PEREZ ESPINOSA
A raíz de la sentencia 168-13 del Tribunal
Constitucional el fanatismo y las pasiones se han desbordado, tanto en la
República Dominicana como fuera de ella. Hay quienes alegan, con mucha razón,
que estamos en presencia de lo más parecido a una chercha beisbolera, semejante
a la que ocurría en los tiempos de los eternos rivales (Licey y Escogido) en las
décadas de los años 50, 60, 70 y 80. Y no es para menos, todo el mundo cree
tener la razón respecto en la interpretación de la citada sentencia. Los más
destacadas especialistas del País en materia constitucional han externado sus
consideraciones al respecto y los puntos de vistas son muy disímiles, unos favor
y otros en contra. Inclusive, dos juezas del TC emitieron votos disidentes
respecto del fallo.
La radicalización en las posiciones, lo
mismo que el fanatismo y el apasionamiento al abordar el tema, con facilidad nos
hacen caer en el pro o antihaitianismo, ya que si bien es cierto que la
sentencia no se refiere a estos conceptos, la concentración a inicios de este
mes en el Parque Independencia de Santo Domingo, en apoyo a la sentencia, las
consignas enarboladas, el mensaje de las pancartas, así como los contenidos de
los discursos, nos hacer ver, claramente, que el tema esencial es la presencia
ilegal haitiana en la República Dominicana.
Puedo afirmar, con toda propiedad, que el
fallo del TC ha dividido a la Nación Dominicana, respecto de este tema, el cual,
por la trascendencia que tiene debemos tomarlo con calma y moderación y buscar
las soluciones que más convengan al pueblo dominicano, sin afectar los derechos
que tienen muchos nacionales, descendientes de extranjeros, que pudiesen ser
afectados por la sentencia.
No hay que avivar la tea de la discordia y
pensar que estamos en guerra con Haití, como creen erróneamente algunos, sino
comprender correctamente la realidad: República Dominicana y Haití comparten una
misma isla y el fluyo migratorio se da, en gran medida, de Oeste a Este.
No hay que olvidar que los asentamientos
humanos se producen, por lo general, donde hay recursos naturales para el
sostenimiento de las personas, lo mismo que la migración se da de los países de
menor desarrollo económico-social hacia los que tienen un mayor desarrollo.
Los mexicanos emigran hacia los Estados Unidos, los portugueses a España, los
centroamericanos a México y los haitianos a RD. Esto, por sólo citar algunos
ejemplos. Esa es la pura y mera verdad, tanto aquí como todo el globo
terráqueo. No comprender esto, es como querer tapar el sol con un
dedo.
Soy de los cree que hay naciones europeas y
del continente americano que han querido hacer experimentos de laboratorio en la
isla La Española, tratando por todos los medios de cargarnos la responsabilidad
de la miseria espantosa en que vive el pueblo haitiano, bajo cualquier pretexto,
acusándonos, en ocasiones, de xenófobos, racistas y esclavistas.
Hay algunas instituciones internacionales,
unas radicadas en Haití y otras en RD que tienen mucho que ver con estas falsas
imputaciones. Eso, por una parte.
Por otra parte, en la RD existen grupúsculos
politiqueros y algunos intelectuales despistados, que no conocen lo que es la
dignidad humana, ni mucho menos lo que es el patriotismo y la soberanía
nacional, que promueven el antihaitianismo, sin pensar, en ningún momento, lo
que esto significa para ambos pueblos, principalmente para RD. Asimismo, hay en
Haití quienes son partidarios del antidominicanismo, aupados, muchas veces, por
organizaciones internacionales que no se dan por vencidos de que RD y Haití son
dos pueblos con raíces históricas y culturas muy diferentes.
Considero innecesarias actividades como la
concentración realizada en el Parque Independencia de Santo Domingo y la marcha
que se hizo el sábado, 9 de noviembre, 2013, en Higuey. Esto, porque no se puede
seguir incentivando la rivalidad entre RD y Haití, tomado como pretexto la
sentencia 168-2013 del Tribunal Constitucional.
Entiendo, que los dominicanos y dominicanas
debemos y tenemos que estar conscientes de que hay que buscarle una solución al
tema migratorio en la RD, pero debemos no propiciar, bajo ningún concepto, un
enfrentamiento con el hermano país de Haití.
Nosotros, los habitantes de la parte
oriental de la isla la Española, es decir, de la República Dominicana, a raíz de
todos los acontecimientos y declaraciones que se han emitido recientemente,
luego de la sentencia del TC, deberíamos propugnar por la siguiente consigna:
“Ni pro ni antihaitiano, sino dominicano”.
El autor es Licenciado en Educación de la UASD
Para contactos con el autor: elegidoprimero@homail.com
Fuente: Ecos del Sur
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