Los periodistas y el medio ambiente
Por ADALBERTO DOMÍNGUEZ
“Infortunadamente el ser humano es la única especie que puede poner en peligro a otras y a sí mismo, pero, por suerte también contamos con la inteligencia y la conciencia para no hacerlo o poder evitarlo”. Carlos Alberto D’Andrea, científico argentino
El animal racional, por sus características biológicas y, en parte fisiológicas, es el más dominante de todas las especies: animales irracionales, medio ambiente y en mucho menor grado el infinito, donde se profundiza con mayor fuerza, ahínco y optimismo desde el mismo momento en que el hombre  llegó a la superficie de la Luna en Apolo 11, primera  misión espacial que Estados Unidos envió al espacio el 16 de julio de 1969 desde el complejo de Cabo Kennedy, en Florida.

Nuestro planeta se corroe aceleradamente, nuestros árboles son talados en forma indiscriminada, el agua de ríos y arroyos  se utiliza de una manera tan desproporcionada que podría escasear al extremo de provocar la muerte de seres vivientes.
 No estamos haciendo lo suficiente para evitar la deforestación que se produce en distintas zonas del mundo, mientras unos pocos se frotan las manos por las ganancias obtenidas como producto de la destrucción de nuestra superficie forestal, acción criminal del hombre contra la naturaleza; con las talas de árboles o quemas realizadas por la industria maderera, cuando no para la obtención de terreno para dedicarlo a renglones como  las agricultura, minería y ganadería, mientras las aguas escasean en muchos pueblos del mundo.
 Como una manera de concientizarnos sobre la destrucción de que es objeto nuestro planeta, la desaparición de especies de animales irracionales  y la desforestación que se registra en forma alarmante, debemos asimilar los planteamientos no sólo del científico argentino Carlos Alberto D’Andrea, sino también, la advertencia que hace Edward O Wilson, persona muy preocupada por el estado actual de nuestros ambientes, en su trabajo de investigación: El futuro de la vida (2001), en el sentido de que “nuestros descendientes nos aborrecerán por nuestra imprudente absurdidad”.
 Cuando era adolescente, durante mis pininos en el ejercicio del periodismo, el periodista se preocupaba mucho por la preservación no solo de la foresta, sino de las aéreas verdes de las urbanizaciones y barrios de las ciudades. Esa preocupación por evitar la utilización de esas zonas para edificaciones en vez de ser usadas como lugares de recreación y entretenimiento de niños, jóvenes y adultos, ha cambiado en más de 100 grados, como respuesta a intereses encontrados. Otorgamos el voto del silencio o la indiferencia, cuando no podemos exponer nuestra opinión positiva para evitar un serio daño al habitad, la pérdida de biodiversidad y en aridez.
 La sobrepoblación  y el consumo desmedido, irresponsable y derrochador de los recursos naturales, constituyen dos de los más graves problemas que confronta la humanidad, convirtiéndose el hombre en un asesino en serie contra la naturaleza. En 1999, la población mundial superó los 6 mil millones de seres humanos, duplicándose en menos de 40 años. La tasa de crecimiento anual de la población de nuestro planeta es de 1.2 por ciento.
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas, aunque la tasa de fertilidad ha bajado notablemente en algunos países, un gran número de mujeres está alcanzando la edad fértil de modo, que en el año 2050 la población mundial oscilará entre 7,900 y 10,900 millones de individuos. Este crecimiento poblacional debe motivar a la reflexión no solo a periodistas y comunicadores, sino a todos los seres racionales (el hombre) para evitar la contaminación ambiental y la destrucción de nuestro planeta.
La sociedad civil en general debe trabajar unida en la implementación de los programas que tiene concebidos el Gobierno en aras de proteger el Medio Ambiente de nuestro país, por la salud del planeta que habitamos y del que nos nutrimos y por el bienestar de las futuras generaciones.

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